Balcones «Era una tarde de no hacer. Nada era un término que a veces asustaba, cuando en lo simple siempre está lo exquisito. No hacer nada era hacer todo lo que quisieran, que bien podía ser esa nada que así habían pactado. Dos, tres días de encierro. Veinticuatro horas al día sin tiempo dentro deSigue leyendo «Relato inconcluso…»